Jardín Franciscano de Praga

En medio de edificios próximo a la conocida plaza Wenceslao de Praga, encontramos un rincón que consta como jardín desde el siglo XIV.

Allá por el 1300 cuando esta zona de la capital Checa estaba en construcción se crea este espacio verde, que en 1600 pasa a manos de la orden Franciscana, de ahí su nombre. Fueron ellos los que le dieron su configuración con plantaciones, fuentes...
Entre las especies vegetales aromáticas, medicinales, algunos árboles frutales, rosales, Magnolias...
rememorando el posible uso del espacio por los frailes.

Hay que buscarlo  a posta pues se encuentra rodeado de edificios, o tal vez encontrárselo por casualidad, pero no esta a la vista.
Es un parquecito de un tamaño modesto, con tres accesos al exterior, quedando aislado del bullicio de la ciudad.
Todo el recinto pavimentado con adoquines blancos y negros, al modo de mucha aceras de la capital Checa.

Tras distintos avatares históricos , los comunistas lo abrieron al publico y posteriormente se devolvió una pequeña parte a los Franciscanos...

Fue restaurado en los años 90, del pasado siglo y actualmente en un alto % esta a la libre disposición del viandante (el resto sigue siendo propiedad de los Franciscanos)
Al jardín como comento se accede por tres pasajes que cruzan los edificios circundantes, antes de entrar hay que franquear una puerta (pues dicho jardín tiene horario de cierre).

Una de ellas tienen grabadas escenas de la vida de, lógicamente san Francisco.

El parque esta seccionado en un espacio para juegos, una zona de plantas aromáticas y medicinales bordeada por una verja de forja y otra zona más formal con dos paseos que se cruzan y bordeados por un seto de tejo recortado.
En el el perímetro los paseos quedan semicubiertos por pérgolas y celosías donde trepan rosas.
Al coctel se le añade fuente y algunas estatuas y tenemos un agradable lugar donde sentarse en un banco o pasear tranquilamente.

Sorprende que en una zona  tan abarrotada de turistas y no turistas, bullicio, coches, sirenas... en la capital de este País, te encuentres con un espacio donde lo más altisonante que pude percibir fue algún mirlo que asustado por algún paseante salio de entre la vegetación.

Un lugar sencillo pero agradable, pese a que como podéis observar lo he visitado en Noviembre y no lucía tan bien como en el verano seguramente.
Estos días de tiempo revuelto y frío, aparte de algunos curiosos y personas que lo utilizan como paso habitual, no estaba en su punto ágido de ocupación, supongo que pese mantenerse esa  sensación de calma haya más bullicio en épocas buen tiempo.


Hasta el próximo martes.

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